Enamorada por vez primera con treinta y tantos encima ahora carga un corazón destrozado.
Ella anhela un amor que comparta su libertad y que la acompañe en su andar sin que nadie termine lastimado.
Se arranco sus besos, desconciertos y suspiros
lanzandolos al mar en un baúl para que se ahoguen junto con todos sus recuerdos.
Se marcho con una lágrima en su rostro y fingiendo su sonrisa, se fue sin decidir adiós pero con una lección entre sus manos.
Aprendió que el amor no es morir por alguien, que a veces damos todo hasta quedarnos sin alma y aún así no ser correspondidos.
Que hay silencios mejores que un te amo sin sentido
Con treinta y tantos encima aprendió a vivir.