Quise gritarle al mundo que eras mía que me consideraba tu dueño, fue entonces que descubrí que soy un simple esclavo.
Estoy atado a tus labios, a tus besos, a las caricias que me das y sobre todo estoy atado a esa sonrisa a la cual nunca puedo decir no.
Soy como un adicto necesitando a diario mi dosis de ti. Te necesito como las plantas necesitan ser polinizadas por las abejas, como las semillas necesitan el agua y el calor para germinar.
Me aferro a ti como un niño asustado que se aferra a los brazos de su madre para sentirse seguro, como un desahuciado se aferra con fuerza a sus últimos momentos de vida.
Eres la dueña de mis alegrías, tristezas, de mis suspiros e incluso de mis sueños. Es por ti que me permito soñar y ser feliz. Es por ti que me sigo levantando a diario y vivo en este asqueroso mundo.
Porque si no estás le falta sabor a la comida de este plato, el café no sabe igual y los colores son diferentes.